El post de domingo de hoy tiene que ver con algo que todos hemos oído, y seguramente dicho, alguna vez. “Qué bonito, pero qué caro” es un artículo de la revista Kireei en el que se reflexiona sobre el precio y el valor de la artesanía.
Fijar el precio de mis artículos es una de las cosas que más
me cuestan: por una parte quiero darle valor a mis piezas poniéndoles el precio
que creo que es el adecuado; por otra, intento ponerme en la piel de mis
posibles clientes y pensar: ¿yo compraría este collar, este broche… por este
dinero? ¡No sabéis lo difícil que es llegar a un equilibrio!
Así que hoy comparto con vosotros este artículo para que
reflexionemos todos un poco y nos pongamos en la piel de la persona que hay
detrás de ese bolso, ese collar o esos pendientes y valoremos no sólo el gasto material sino todas las horas
que ha empleado para que podáis comprarlo y todo el cariño y el cuidado que le
ha puesto en cada una de las etapas del proceso. A lo mejor, después de tener
en cuenta todo esto, ya no nos parezca tan caro J.
Podéis leer el artículo aquí.
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