lunes, 15 de junio de 2015

De cuando no sale bien a la primera

Para la mayoría de las cosas creo que tengo bastante paciencia (para tratar con la gente, sobre todo), pero cuando se trata de crear algo, esa paciencia desaparece. Puedo disfrutar cada parte del proceso, pero la mente se va adelantando continuamente, intentando adivinar si lo que estoy haciendo se parecerá o no a lo que tenía en mi mente.

En el último post que escribí hablaba sobre mi intención de mostrar todo el proceso de creación de algunas de las piezas de Anoësis y también aquello que no suele mostrarse pero que también forma parte de cualquier proceso creativo: los errores.

Y es que esa impaciencia de la que he empezado hablando a veces no me deja ver más allá del error, lo que hace que termine desechando algo cuyo resultado no me gusta, pero para lo que hubiera encontrado alguna solución si hubiera seguido pensando y dándole más vueltas.

Hoy he subido a la tienda online el collar Constelación, con el que me pasó algo parecido. Me llamaba mucho la atención el poder visual que tienen estas agrupaciones de estrellas y se me ocurrió formarlas utilizando hilo a través de una pieza de arcilla polimérica. El problema era que no había manera de encontrar la combinación que me dejara satisfecha. En los primeros bocetos ya aparecía la idea del dorado y el plateado, pero fallaba la forma que tendría la pieza en sí y los detalles que la acompañarían, pues quería un collar delicado pero que no pasara desapercibido. Viendo que no terminaba de convencerme lo que diseñaba en el ordenador, decidí aventurarme creando directamente la pieza, pensando que quizá teniéndola entre las manos pudiera inspirarme y trabajar mejor en ella.




Pero no. Suelo ser bastante exigente y si no me termina de convencer el resultado no sigo adelante. Así que esta pieza, junto con sus bocetos, se quedó abandonada entre los archivos del ordenador, esperando su oportunidad. Pasaron los meses y yo seguía dándole vueltas a la idea. Me gustaba el uso del hilo, pero no encontraba la forma sobre la que iría el dibujo. Seguí probando y terminé decantándome por el semicírculo: la curva potenciaría las líneas rectas de la constelación y, a la vez, era una forma que me permitía probar distintas constelaciones para poder personalizar el collar y no centrarme sólo en una.

Después de probar con distintos colores, los resultantes fueron los cuatro que podéis ver en el boceto. El collar lo tenía casi listo, pero me faltaba un último detalle: algo que adornara pero que siguiera la línea de delicadeza que buscaba desde el principio. Diseñé un pequeño prisma, pensando que sería más fácil de encontrar de lo que finalmente resultó, pero cuando pude hacer por fin cada pieza y vi que era prácticamente igual a lo que había imaginado suspiré, contenta, y llegué a la conclusión de que, a veces, está bien que las cosas no salgan a la primera.
















¿Os imaginabais que pudieran llevar tanto trabajo detrás piezas como éstas? ¡Si os han gustado los collares podéis encontrarlos aquí!